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El Monte del Pilar

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HISTORIA

El Monte del Pilar forma parte de una masa forestal de unas 800 hectáreas, que se encuentra en la intersección de tres municipios: Madrid (109 Ha), Pozuelo de Alarcón (450 Ha) y Majadahonda (243 Ha.)

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Es continuación natural del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, que está separado artificialmente del mismo por la autovía A6 y las urbanizaciones que se han ido construyendo en sus dos márgenes, a lo largo de la última mitad del siglo pasado. Antiguamente formaba parte del Cazadero Real de Felipe II. En 1878, el Marqués de Remisa llevó a cabo una gran plantación de pinos y encinas. En 1930 pasó a ser propiedad de la familia Oriol y en 1997, la parte de Majadahonda pasó a ser propiedad del Ayuntamiento.

Actualmente está gestionado por el Patronato del Monte del Pilar, que se encarga de la vigilancia, las podas, los tratamientos, el arreglo de los caminos, señalización, torre vigilancia...

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Relieve, clima y vegetación componen un medio natural que se identifica con el paisaje de campiña esencialmente mediterráneo.

GEOLOGÍA

El suelo de Majadahonda está compuesto por materiales terciarios de la Cuenca de Madrid, que pertenece a la Fosa del Tajo. Son rocas del Cenozoico, formadas por la acumulación y compactación de los materiales arrastrados por los ríos hacia las zonas bajas que rodean las cordilleras alpinas. Los materiales arrancados de las grandes cordilleras fueron rellenando así estas cuencas sedimentarias. De ese modo, sobre los materiales del Terciario se superponen los depósitos cuaternarios asociados a la red fluvial actual. Los principales materiales arrancados de las grandes cordilleras fueron sílice y granitos, que originaron el suelo arenoso silíceo del Monte del Pilar.

 

Tras los períodos fríos de la última etapa glaciar, la vegetación de perfil mediterráneo se extendió por todo el territorio. Sobre el suelo ácido del Monte del Pilar se desarrolla una vegetación compuesta fundamentalmente por especies acidófilas. 

La climatología e hidrología madrileñas están determinadas fundamentalmente por las sierras de Guadarrama y Somosierra (Sistema Central).

VEGETACIÓN Y FAUNA

La única corriente fluvial de origen estacional del Monte es el arroyo de Valgrande, por el que también circulan las aguas recicladas de la depuradora de la Urbanización del Pinar del Plantío que asegura la presencia de agua durante todo el año. Su cauce ha erosionado el suelo, dejando al descubierto las raíces de los pinos (Pinus pinea) que se sitúan en sus orillas. El arroyo crea un bosque de ribera caducifolio formado por fresnos (Fraxinus), alisos (Alnus glutinosa), chopos (Populus) y sauces blancos (Salix alba). También está rodeado de zarzamoras (Rubus ulmifolius), gramíneas (Poaceae) y juncos churreros (Scirpus holoschoenus).

 

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La mayoría de la masa forestal está formada por pinos (Pinus) y encinas (Quercus ilex), que se han adaptado perfectamente al suelo ácido y al clima mediterráneo del Monte del Pilar. También podemos encontrar alcornoques (Quercus suber) de repoblación, jara pringosa (Cistus ladanifer), retama (Retama) y lavanda (Lavandula).

 

La fauna característica de este ecosistema está compuesta por conejos, jabalíes y zorros. Señales de que esta fauna está presente son las madrigueras y la tierra removida por todo el Monte. En la cadena trófica, los conejos son el alimento de grandes rapaces como el milano negro (Milvus migrans) o el azor (Accipiter gentilis) que habitan en los alrededores.

 

La vegetación que compone el Monte sirve de refugio y alimento para las aves. Muchos insectos se alimentan de las acículas del pino, además de poner huevos y cobijarse en la corteza (como los coleópteros), por lo que el pinar constituye una surtida despensa para las aves insectívoras. Además, las copas de los pinos son lugares ideales para anidar. Su gran porte permite a las rapaces construir su nido, como el milano negro (Milvus migrans) y el autillo (Otus scops). La abundante vegetación alrededor del arroyo es un espacio donde protegerse y alimentarse de lombrices y miriápodos, como es el caso del mirlo (Turdus merula).

 

Un insecto importante en la cadena trófica es la procesionaria del pino (Traumatocampa pityocampa), que constituye una plaga para el pinar silvestre. Poseen unos pelillos urticantes que al desprenderse cuando se mueven o se sienten amenazadas, pueden ser muy peligrosos. Permanecen en sus nidos en invierno y cuando llega la primavera bajan del pino, se alimentan de sus acículas y se entierran en el suelo para crisalidar y convertirse en mariposas, que más tarde pondrán los huevos en el pino para iniciar de nuevo su ciclo vital. Es el alimento básico de muchos páridos como el carbonero común (Parus ater), el jilguero (Carduelis carduelis) o la abubilla (Upupa epops). Por tanto, sobre estas especies tiene una mayor incidencia el uso de pesticidas contra la procesionaria del pino.

 

Los líquenes que se desarrollan en las cortezas sirven de material para que muchos pájaros construyan los nidos y los limacos e insectos se alimenten de ellos. A su vez, aves como el pico picapinos (Dendrocopos major) ocupan nichos muy importantes en el ecosistema, al despojar a los árboles de los insectos que degradan la materia vegetal.

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Las bellotas de la encina son una fuente de alimento para muchos animales, que a su vez ayudan a su difusión cuando las entierran y se olvidan de ellas, como es el caso de muchas aves.

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Las zarzamoras que crecen a las orillas del arroyo cumplen tres funciones importantes en el ecosistema. En primavera alimentan con sus flores a una fauna muy diversa. En verano protegen del fuerte calor y sus frutos son el sustento de muchos animales.

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