top of page

Envenenamientos

En el medio rural, la persecución de depredadores como lobos (Canis lupus), zorros (Vulpes vulpes) o rapaces ha sido común para evitar que maten ganado o especies cinegéticas. El uso de cebos envenenados,  a pesar de ser ilegal desde 1983, sigue siendo frecuente en cotos de caza y zonas ganaderas. Se suelen usar rodenticidas o insecticidas agrícolas que se incorporan a cebos, un método no selectivo que afecta a cualquier especie que lo ingiera. Las rapaces que se alimentan de carroña, como el alimoche (Neophron percnopterus), el buitre leonado (Gyps fulvus), el buitre negro (Aegypius monachus) o el quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), son especialmente vulnerables al envenenamiento. Por otra parte, el envenenamiento con plomo procedente de los cartuchos de caza es otra gran amenaza para las aves acuáticas y aves carroñeras.

​

PESTICIDAS

De forma más indirecta, las prácticas agrícolas, como el uso de fertilizantes y pesticidas, generan enormes cantidades de residuos que contaminan el suelo y las aguas. También, el uso de  determinados abonos puede modificar el pH del suelo. Como consecuencia, el ecosistema se empobrece y los residuos se incorporan a la dieta de las aves, exponiéndolas a su toxicidad.

Tradicionalmente, el ser humano ha visto sus cosechas atacadas por todo tipo de animales y ha tratado de erradicarlos mediante productos químicos. Desde el descubrimiento de Müller en 1939 de las propiedades insecticidas del DDT, se han hecho fumigaciones masivas. Más tarde, se descubrió que es un producto de descomposición lenta que se almacena en aves y mamíferos, ya que es muy soluble en grasas y no puede ser eliminado en la orina. Los insectos resistentes a las fumigaciones contienen una concentración muy alta de este insecticida, es decir, se produce un caso de bioacumulación de una sustancia tóxica. Como consecuencia, las aves insectívoras disminuyen por la falta de alimento, y aquellas que siguen consumiendo insectos “tóxicos”, además resultan intoxicadas. El efecto más inmediato es la pérdida de consistencia de la cáscara de los huevos, que se rompen cuando se incuban. Muchas aves cantoras hacen coincidir su época reproductora con la máxima abundancia de insectos, período en el que la fumigación es más intensa en el campo, por lo que se produce la muerte tanto de las crías como de los adultos. En humanos, el DDT y sus metabolitos provocan daños neurológicos, hepáticos, genéticos y efectos reproductivos. Está en discusión su capacidad cancerígena, pero se ha observado que al acumularse en el tejido adiposo aparece en la leche materna, lo cual puede interferir en el desarrollo del feto.

​

Después de numerosas campañas ambientales, finalmente se prohibió el uso del DDT. Otros pesticidas como los monocrotofos, el forato, clorpirifos o el metiocarb  se siguen empleando y entran en contacto con las aves a través de aguas e insectos contaminados o insecticidas granulados que confunden con semillas.

Así, el insecticida se incorpora a la cadena alimentaria llegando hasta las rapaces y ocasionando graves daños en cada nivel trófico.

bottom of page